Por qué 70 veces 7
En la Biblia, específicamente en el libro de Mateo, capítulo 18, versículo 22, Jesús responde a Pedro que se debe perdonar «setenta veces siete» veces. Esta frase ha sido interpretada de diferentes maneras a lo largo de la historia, pero en general se entiende como un llamado a la misericordia y al perdón incondicional.
Perdonar no es una tarea fácil. A menudo, nos aferramos a los rencores y a las heridas del pasado, creyendo que al perdonar estamos dando una señal de debilidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Perdonar es un acto de valentía y de amor propio. Nos libera del peso de la ira y nos permite seguir adelante con nuestras vidas.
El número 70 veces 7 es simbólico. No se trata de perdonar exactamente 490 veces, sino de perdonar de manera ilimitada. Es un recordatorio de que el perdón no tiene límites y de que debemos practicarlo constantemente en nuestras vidas. Cada vez que perdonamos, estamos liberando una carga emocional que nos impide crecer y ser felices.
El perdón no significa olvidar lo que nos han hecho, ni tampoco justificar las acciones de los demás. Perdonar es un acto de liberación personal, en el que decidimos dejar atrás el rencor y la amargura para abrir espacio a la paz y la armonía en nuestras vidas. Es un regalo que nos damos a nosotros mismos, más que a los demás.
Beneficios del perdón
Perdonar tiene numerosos beneficios para nuestra salud mental y emocional. Está demostrado que las personas que practican el perdón tienen niveles más bajos de estrés, ansiedad y depresión. Además, el perdón nos ayuda a fortalecer nuestras relaciones interpersonales, ya que nos permite dejar de lado las disputas y los conflictos para centrarnos en lo que realmente importa.
El perdón también nos ayuda a liberarnos del pasado y a vivir en el presente. Cuando perdonamos, dejamos de revivir una y otra vez las heridas del pasado, y nos abrimos a nuevas oportunidades y experiencias. Nos permite soltar el lastre emocional que nos impide avanzar y nos brinda la oportunidad de empezar de nuevo.
Cómo practicar el perdón
Perdonar no es fácil, pero es posible. Para practicar el perdón, es importante empezar por reconocer nuestras propias emociones y aceptarlas sin juzgarnos. Es normal sentir ira, resentimiento o tristeza cuando hemos sido heridos, pero es importante no quedarnos atrapados en esas emociones y buscar maneras saludables de liberarlas.
También es importante ponerse en el lugar del otro y tratar de comprender sus motivaciones y circunstancias. A menudo, las personas actúan de cierta manera por miedo, dolor o ignorancia, y al entender esto podemos ser más compasivos y comprensivos con ellos.
Finalmente, es importante recordar que el perdón es un proceso, no un evento puntual. No se trata de perdonar una vez y olvidar, sino de practicar el perdón de manera constante en nuestras vidas. Cada vez que nos enfrentamos a una situación que nos hiere, tenemos la oportunidad de elegir el perdón y liberarnos del peso del rencor.
En conclusión, practicar el perdón es un acto de amor propio y de valentía. Nos permite liberarnos del pasado y vivir en el presente, en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás. Recordemos siempre las palabras de Jesús: «setenta veces siete».